Día de limpieza.
Lena, la de la limpieza, llevaba una temporada sin venir
porque se había ido a Bolivia a ver a su hijo y a su madre y en ese tiempo nada
se había roto en mi casa lo último que se rompió fue el centro de mesa de
Murano que nos regalaron de la lista de bodas. En estos dos meses, que Lena ha
estado fuera, los objetos de la casa han permanecido intactos. Mi marido mi
hijo y yo hemos limpiado, mi hijo su habitación y la caseta de la perra.
Yo los martes cuando llegaba ella me iba corriendo al gimnasio
para no enterarme de nada de lo que hacía.
Pero este martes me he quedado en casa y le he dado las
ordenes oportunas con detalle, entre ellas que no entrara en el salón y que no
limpiara el polvo de las habitaciones porque ya a mi hijo le descompuso una
maqueta para el colegio, que tantos días le había costado construir, también le
rompió una marioneta de cerámica que le trajeron sus tíos de Praga.
Sí, me he quedado en casa en mi despacho escribiendo y
leyendo artículos que tenía atrasados.
Hoy no he dejado la radio en sus manos, porque siempre me
cambia las emisoras y luego sólo encuentro radio-latina. Ni me la ha pedido,
porque entre otras cosas ella tenía prisa ya que tenía que limpiar en otra casa
y además las tareas que yo le había encomendado eran justo las que ella hace en
las tres horas que le iba a pagar.
Pues sí, desde mi
despacho, entre artículo y artículo y los comentarios de RAC 105, oía un ¡ pum!
y daba un brinco de la silla. ¿Que habrá roto la cafetera nueva eléctrica? e
instintivamente hacía un gesto para levantarme de la silla e ir a verlo.
Dispuesta a ir a verlo a la cocina pero NO. Me dije a mi misma:” aquí me quedo
con lo mío y no sufras Lucía que ya lo
veras todo a las doce del mediodía”.Así se fueron sucediendo varios ¡pum!,¡ pum!...
Y yo oía las noticias de las 11.30 de la radio y olía a
lejía y oía el ruido de la ducha de teléfono “ ya va por lo último que le mandé
, voy a salir a pasear a la perra mientras ella acaba y luego la invito a un refresco”
. Me dí un paseo de diez minutos con la perra y respiré el aire fresco de la
mañana, volví a casa y me puse a limpiar el polvo del salón con la colección de
pipas de mi marido de las cuales ella ya ha roto alguna que otra y mi marido
que es un manitas las había arreglado. Disfruté de mi salón con todos los
objetos intactos y también de limpiarles el polvo.
Dieron las doce y
ella ya se iba:
_ Señora Lucía, se me ha caído el
bote de forza-hornos y he roto el tapón. Me dijo Lena con cara compungida.
_ No pasa nada Lena, ¡anda tómate un
refresco! . Sonreí aliviada.
Maribel Fernández cabañas.
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