Salida matutina.
Que maravilla cruzar el portal y ver mi calle y salir de la
vista que veo siempre desde mis ventanas. Llegar al chiringuito de la playa y
encontrarlo abierto.
Dejo atrás, no sólo
las vistas, sino la pesadez de decirle a mi familia:¡ bajad la música! ¡ cuelga
el teléfono que llevas mucho rato hablando!¡ haz los deberes!….
Cruzar el portal y sentirme libre como un pájaro, después de
esta escueta conversación entre Luis y yo:_¿ dónde vas Lucía?_¡Hasta luego
Luís!, yo por las mañanas hago mi vida,(é l lleva cuatro días prejubilado).
Sí, llegar al chiringuito con las mesas y las sillas recien
puestas, en una buena tarima de madera para que no se hundan en la arena de la
playa y el espectáculo grandioso del mar Mediterráneo ante mis ojos, con unos
veleros pequeños navegando y poquito oleaje.
Había gente y me acerqué a dos mujeres que estaban
conversando:
Una le decía a la otra:
_Llegué a casa cansada, después de haber pasado un jodido
día y así me recibe Manolo:
_¡No has hecho la compra, no hay nada en la nevera! ¿Qué
vamos a cenar?, me gritó.
Yo me callé por no enfadarnos, pero al día siguiente le
mandé un correo:
“Manolo si te has juntado conmigo para que te haga la compra
vas listo machista”.
No me contestó al correo y llevamos siete meses sin vernos y
nos hablamos por el Facebook.
Entonces yo pensé: Dios mío a ver si mi Luís se va a enfadar
conmigo, porque le he dicho que hago mi vida… Me volví a casa y le llevé un
bocadillo de jamón, que dicen que por el estómago se conquista.
Maribel Fernández Cabañas.
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